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YO NO VOTÉ LA CONSTITUCIÓN DE 1978
Por: José María Barbado
06/febrero/2020

Tenía veinticinco años, y fui iniciado muy tarde en la comprensión de la realidad social y política, porque como todo el mundo, me eduqué bajo el régimen franquista y porque mi padre me ocultó su pasado y sus ideas republicanas y socialistas por estar vigilado especialmente por el régimen como un rojo que se les había escapado de las manos y había llegado a ser inspector de educación. Pero creo que en pocos años aproveché el terreno perdido y me puse al día. Y digo que no voté la constitución porque, entre otras cosas, no recogía el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, además de que llegué a entender que el estado de las autonomías fue creado como una componenda para diluir la realidad nacional de algunos territorios que conforman lo que llamamos España, que no es lo mismo una descentralización administrativa que una autonomía política… bueno, tampoco me gustaron las referencias que en el texto se hace a la iglesia católica… y la ambigüedad de que todo el mundo tiene el derecho al trabajo o a una vivienda digna, a sabiendas de que el estado no va a cumplir con la obligación que conlleva esta aseveración.
Pero centrándonos en lo que estos días acapara el interés de toda la sociedad española, el intento de secesión por parte de un amplio sector de la sociedad catalana, podría decirse que de aquellos polvos vienen estos lodos. La configuración del estado de las autonomías se ve que solo ha servido para acallar un tiempo las pretensiones de una gran parte de la sociedad catalana. La historia nos muestra que no es ésta la primera vez que se intenta desde que, en tiempo de los Austrias, incluso antes, a pesar de mantener vigentes sus instituciones y su idioma, han ambicionado poder asumir su propio gobierno. En el siglo XVII lo intentaron también, junto con Portugal; Portugal triunfó y hoy es un país soberano reconocido por todos. Desde el borbonazo de principios del siglo XVIII tras la guerra de sucesión, los catalanes no han dejado de aprovechar la ocasión propicia para volver a la carga. La última fue la proclamación de la república catalana de Maciá.
Yo no soy partidario de la segregación de Cataluña; si me apuran, preferiría lo contrario: una república federal ibérica; por lo tanto diría que no si me preguntasen. Pero me considero un demócrata, y un demócrata no sólo debe respetar o hacer que se respeten las leyes, sino procurar que todos tengan la oportunidad de pronunciarse sobre si se encuentran a gusto dentro de una determinada ordenación territorial. Y si para ello hay que cambiar la Constitución, pues se cambia. Yo soy firme partidario de la unidad política de España, pero ello no es algo sagrado y hubo otros tiempos en que no existía tal unidad, y debo oír a los que no están de acuerdo conmigo y procurar que se manifiesten y decidan. Reconozco que, aunque no voté la Constitución, hay unas leyes que, gusten más o menos, hay que respetarlas, y eso no lo está haciendo el parlament catalán en estos momentos. No les justifico, pero el argumento de que no se les deja otra vía es digno de tener en cuenta. Otra cosa es que saben que no las tienen todas consigo, y que, hoy por hoy, la relación de fuerzas políticas del parlament no presenta una mayoría decididamente secesionista, si sumamos votos y no escaños. Pero eso hay que comprobarlo, y sólo se comprueba si se pregunta. Para conseguir sus objetivos están esquivando la legalidad y esa ilegalidad les hace incurrir en responsabilidades, no sólo ante los tribunales, sino ante los catalanes que también se consideran españoles, aunque muchos de éstos también son partidarios de la consulta. Dar fiabilidad a un referéndum en el que, si se produce, muchos no podrán votar y muchos no querrán hacerlo por su ilegalidad, es malicia por parte de los promotores, porque un referéndum es fiable cuando no hay trabas para su celebración. Por otra parte se podría pensar que algunos de los promotores de la consulta han huido hacia adelante en su afán de tapar y eludir a la justicia por casos de presunta corrupción, a lo que los que no son presuntos corruptos pero van en el mismo barco podrían argüir que “pueden ser presuntos corruptos, pero son NUESTROS presuntos corruptos”
Que Rajoy ha creado más independentistas que nadie no es un chiste; es una realidad; y de seguir así, será imposible detenerla. Cuando, por la cerrazón de los gobernantes del estado y los partidos adláteres, se haya formado una mayoría cualificada de separatistas, ya no habrá forma de pararlo.
¿Por qué los partidos “estatalistas” no han sido capaces de detener el conflicto? ¿porque son torpes? ¿porque no son buenos demócratas? ¿porque son unos interesados? Pues por los tres motivos:
Son torpes porque en su momento podían haber callado la boca durante muchos años a los secesionistas si hubieran arbitrado las formas de realizar la consulta, a estas horas se hubiera solucionado el problema.
Son poco demócratas porque ser demócrata no es solo aplicar la ley, sino escuchar a todos, permitir que todo el mundo se exprese y modificar la ley para ello. Una buena democracia, que no se da en España, requiere apoyarse en dos pilares fundamentales: La formación y la información. De la primera basta citar la frase de “yo no quiero saber nada de política, pero entiendo y me interesa mucho el fútbol” o “todos los políticos son iguales”. En cuanto a la información… ¿qué medio es realmente independiente ideológica y/o económicamente? ¿Qué plataformas hay que lleguen a la mayoría y que permitan realmente a los ciudadanos expresarse con absoluta libertad? ¿Qué medio va a querer o me va a poder publicar este artículo? (no, probablemente no me lo publiquen, pero porque sea muy malo)
Son interesados porque con su actitud consiguen lo que desean: recabar votos de los ciudadanos del resto del estado para poder seguir ocupando el poder a nivel central. Muchos presidentes de gobierno y de comunidades autónomas utilizan el discurso igualitario (anticatalanista en el fondo) para conseguir sus votos. Esto lo hacen todos los partidos mayoritarios, PP y PSOE sin excepción.
Para solucionar este atolladero, los separatistas tienen que aceptar la legalidad vigente y retirar su propuesta de referéndum ilegal. Y los poderes del estado deben iniciar una larga campaña de formación y de información que convenza a los españoles de que la única manera de convivir es cuando se quiere convivir, y que no se puede hacer si el convecino no lo desea. Después de este largo periodo (largo porque una modificación así necesita algo más que una simple campaña electoral, no por dilatar artificiosamente el proceso), se articularán las modificaciones legales para determinar en su caso, sin ningún género de dudas, la voluntad de un colectivo de seguir o no participando en la estructura del estado. Y garantizar que esa decisión no pueda ser reversible por haberse tomado en caliente. No es tan difícil. Lo difícil es aceptar democráticamente estos principios.

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EN TORNO A LA AUTODETERMINACIÓN
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¿Cómo es posible que se hable tan poco de ello y haya personas que no se percaten? Dados los antecedentes de ayuntamientos en Extremadura en los que, por la premura por la que se debían constituir inexorablemente el 17 de junio, ha habido pacto PP- Vox, y la excepción de Valencia dentro de las comunidades autónomas, pues se trataba de aprovechar la ocasión, podéis poner sin miedo la mano en el fuego si afirmáis que si no mediaran las elecciones del 23J, la señora Guardiola habría otorgado sin dudar a los de ultraderecha las dos consejerías que exigen. La «derechita cobarde», como en el resto de autonomías, se está conteniendo para arañar el voto de los electores más moderados en las próximas elecciones generales. ¿Cómo si no, la dirección del partido a nivel regional no ha impedido que sus ediles pacten con negacionistas de la violencia de género al igual que su jefa a nivel autonómico?. ¿Dónde se queda la machaconería de Feijoo en pretender que gobierne la lista más votada?  La falsedad de la señora Guardiola queda muy manifiesta después de una campaña en la que parecía que iba sola, sin equipo, a las elecciones: «Probadme cuatro años». «Dadme vuestra confianza». «No os defraudaré», y así ha conseguido convencer a muchos electores que no reparan en que la señora Guardiola y su jefe Feijóo son unos mandados de los que controlan el país y los medios de comunicación que han cerrado el entendimiento de miles de españoles y españolas.
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¿Estamos locos?
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H ace algunos años, en uno de los pueblos más bonitos de España, situado en la Axarquía malagueña, un embaucador consiguió ilusionar a todo un pueblo y que el ayuntamiento aprobase la declaración del término municipal con el apelativo de “reserva biocultural”, un término inexistente en el ordenamiento urbanístico. Prometió crear algo parecido al paraíso sostenible. Quedó en un “bluf” de un iluminado que arrastró económicamente a varios crédulos. Recientemente, el ayuntamiento de Salamanca contrató con un buen sueldo a un conseguidor que pretendía endosar un proyecto de ciudad sostenible “Peace City World”. El ayuntamiento fue embaucado por otro iluminado vendiendo humo. En la Reserva de la Biosfera de la Siberia Extremeña, una empresa ha conseguido ilusionar a la Junta y a unos ayuntamientos con un proyecto de ciudad sostenible paradisíaca en permanente conjunción con la naturaleza de tal modo, que han llegado a adaptar la legislación vigente y a expropiar terrenos para que esta quimera se pueda desarrollar y contribuir de alguna forma a revertir la dramática sangría de la despoblación que amenaza nuestro mundo rural. No diremos que sea otra venta de humo, pero a algunos nos cuesta mucho meternos en la cabeza que un lugar tan afortunadamente dejado de la mano del hombre, y tan apetecible por otra parte para los grandes negocios especulativos (léase Valdecañas), pueda sufrir de la noche a la mañana una transformación beatífica que tenga nulo impacto negativo en el ambiente de la despoblada y pintoresca comarca. Sensibilizada como está la sociedad ante los continuos atentados a la naturaleza por parte de los especuladores sin escrúpulos, los promotores de Elysium City no podían presentar su proyecto como una simple operación urbanística de construcción y venta de viviendas con algunas zonas comunes y maquillando el negocio con visos de sostenibilidad. Hay que adornarlo todo con rimbombantes epítetos y parafernalias conservacionistas. ¿Llegará a ejecutarse la totalidad de los elementos que conforman el proyecto, o quedará en la construcción de viviendas y hoteles con algunas zonas comunes, agotándose después el capital para continuar invirtiendo y quedando como una promoción inmobiliaria más que a la postre nadie se atreverá a demoler por provocar mayor daño y porque, al fin y al cabo, lo que quedaría en nuevo Valdecañas sería una fuente de riqueza y puestos de trabajo para unos pueblos agonizantes?
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LOS SINDICATOS, “GUARDIANES” DE CALIDAD DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA  (TAMBIÉN LA JUNTA)
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Una ridícula participación en la manifestación por un tren digno. Antes se había roto el pacto. De la que iba a ser multitudinaria exigencia de trato digno para Extremadura se descolgaron entidades disconformes con que los partidos oportunistas se apuntarán al carro reivindicativo. Hoy están en la oposición y no quieren acordarse de los incumplimientos de su partido cuando estaba en el gobierno. Si hubiera sido el otro quien hubiera estado gobernando, el actual jefe del ejecutivo extremeño se hubiera rasgado las vestiduras y no hubiera asistido a la inauguración de la fallida pantomima sucedánea de la alta velocidad. Pero claro, son estómagos agradecidos que en vez de plantarse seriamente en defensa de los intereses de la comunidad, procuran dar vidilla a los de su misma cuerda, porque saben que les va en ello su permanencia en la poltrona. Otros partidos, que nunca han gobernado, tienen eterna mentalidad de oposición y en las actuales coyunturas se ve que no van a gobernar. A todo esto, la ciudadanía de a pie ni siente ni padece. O sí que siente y padece, pero, y esto es ya un verdadero y real tópico, nos quejamos de modo fatalista pero no hay quien nos mueva. Nos anuncian a bombo y platillo un Triple Five casinero que quedó en agua de borrajas. Nos prometen un Elysium siberiano que está por ver, una fábrica de baterías que está por ver, en sustitución de la que se fue a Sagunto, una azucarera que ya está visto que no. Y para ello las autoridades se bajan los pantalones y modifican la ley para adaptarse a la horma de los zapatos de quienes nos prometen el oro y el moro y después los (nos) dejan con el culo al aire porque nada de nada. Nos han metido con calzador una mina de litio y se han apresurado a legislar para que los beneficios queden en Extremadura y no solo los inconvenientes: ¿de veras? La legislación extremeña está siempre por debajo de los supremos intereses del estado, no lo olvidemos. Vaya: que se ríen de nosotros de manera explícita, casi casi. Y todo por unos dirigentes calzonazos y por una población sometida a la desidia más devastadora. Quien esto escribe es absolutamente contrario a los partidos nacionalistas, que rebañan solo para casa, y que, a mi juicio, que puede estar errado, lo que pretenden unas veces es arañar prebendas y otras administrarse sus propias miserias de modo insolidario con el resto de territorios, sobre todo los menos favorecidos, como Extremadura, asignándonos el sambenito de nada emprendedores, vagos y perseguidores de subvenciones. Pues bien, visto lo visto, que hemos sido y seguimos siendo el farolillo de cola del conjunto autonómico, ¿no podría ser positiva la existencia de un partido auténticamente extremeñista que pueda conseguir suficiente fuerza en las Cortes y en general en el concierto autonómico para poder llevarse el gato al agua cuando los grandes partidos estatales necesiten de escaños para aprobar sus planes, tal como lo vienen practicando otras formaciones bien conocidas del espectro político? Anticipo la respuesta: me estoy engañando. En Extremadura esto no es posible; incluso puede que en Extremadura no sea productivo.. Pero entonces, ¿Cómo podríamos hacer para que dejaran de reírse de nosotros?
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Un indicador elocuente de la idiosincrasia de un país es el trato que se profesa a las personas nativas que de algún modo sobresalieron tanto dentro como en el exterior del territorio donde nacieron.
Por José María Barbado López 24 abr, 2022
LA GRAN PARADOJA Compadezco a los franceses votantes de Mélenchon en la primera vuelta al verse en la tesitura de tener que optar por el voto a Macron para evitar el acceso al poder de Le Pen, so pena de favorecer a esta última con su abstención. Pero pienso, por otra parte, que si yo me encontrase en Alemania ante una hipotética segunda vuelta entre la CDU de la señora Merkel y la ultraderechista AfD. lo tendría bien claro, a pesar de mis grandes diferencias con los planteamientos políticos y económicos de la unión cristiano demócrata alemana. Precisamente por eso, porque se trata de un partido demócrata contra otro que no lo es, y que recuerda los viejos tiempos de la victoria del partido nacionalsocialista en 1932. Algo parecido sucede en Francia. Se trata de que el poder sea ejercido por alguien tan “repelente” para el electorado de izquierdas como Emmanuel Macron, o dejar que el nacionalpopulismo antieuropeo y antidemocrático de Marine Le Pen nos encamine a una ruptura del sistema por el lado contrario al que pretendemos los ilusos trasnochados que seguimos denominándonos de “izquierdas”. Con todo el dolor de mi corazón y “tapándome las narices” posiblemente asumiría la úlcera que me provocaría votar a Macron. Dentro de lo malo malísimo, aún puedo considerar a Macron un demócrata.  En España es distinto. Si se me plantease la opción de una segunda vuelta a elegir entre el Partido Popular o Vox, mi duda me situaría en el lugar del asno de Buridán, sin saber el camino que escoger y quedándome en la encrucijada para siempre. Probablemente no votaría aún a riesgo de favorecer con mi abstención el acceso de Vox al poder, porque pienso que un partido que no le hace ascos a gobernar con Vox participa de su misma naturaleza, y en España, el partido Popular, condenado varias veces por corrupción como entidad política e inculpados muchos de sus miembros a título personal; partido que no condena, incluso permite que se exalten, las atrocidades cometidas por el anterior régimen, es el heredero del totalitarismo instaurado por Franco tras la sublevación de 1936. Lo grave y preocupante, al menos para mí, es que este partido, aún a sabiendas de su falta de claridad democrática y su honestidad pública, es votado por un gran porcentaje de españoles. Cada uno que saque las lecturas oportunas del dato. Por eso, ante el dilema de elegir entre un partido abiertamente antidemocrático o uno que lo es de forma subrepticia, tal vez la solución sería que de una vez por todas suframos en nuestras carnes los efectos de un gobierno de ultraderecha. A ver si escarmentamos y rectificamos a tiempo. Lo malo es que este hecho se nos puede ir de las manos, como sucedió en Alemania en 1932. Por tanto, aquí me quedo, como el asno de Buridán.
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