Blog de las letras

En el tintero

Por José María Barbado López 05 nov, 2023
EL TEATRILLO DE DOÑA LEONOR
Por José María Barbado López 10 oct, 2023
EN TORNO A LA AUTODETERMINACIÓN
Por José María Barbado López 26 jun, 2023
¿Cómo es posible que se hable tan poco de ello y haya personas que no se percaten? Dados los antecedentes de ayuntamientos en Extremadura en los que, por la premura por la que se debían constituir inexorablemente el 17 de junio, ha habido pacto PP- Vox, y la excepción de Valencia dentro de las comunidades autónomas, pues se trataba de aprovechar la ocasión, podéis poner sin miedo la mano en el fuego si afirmáis que si no mediaran las elecciones del 23J, la señora Guardiola habría otorgado sin dudar a los de ultraderecha las dos consejerías que exigen. La «derechita cobarde», como en el resto de autonomías, se está conteniendo para arañar el voto de los electores más moderados en las próximas elecciones generales. ¿Cómo si no, la dirección del partido a nivel regional no ha impedido que sus ediles pacten con negacionistas de la violencia de género al igual que su jefa a nivel autonómico?. ¿Dónde se queda la machaconería de Feijoo en pretender que gobierne la lista más votada?  La falsedad de la señora Guardiola queda muy manifiesta después de una campaña en la que parecía que iba sola, sin equipo, a las elecciones: «Probadme cuatro años». «Dadme vuestra confianza». «No os defraudaré», y así ha conseguido convencer a muchos electores que no reparan en que la señora Guardiola y su jefe Feijóo son unos mandados de los que controlan el país y los medios de comunicación que han cerrado el entendimiento de miles de españoles y españolas.
Por José María Barbado López 04 jun, 2023
¿Estamos locos?
Por José María Barbado López 22 feb, 2023
H ace algunos años, en uno de los pueblos más bonitos de España, situado en la Axarquía malagueña, un embaucador consiguió ilusionar a todo un pueblo y que el ayuntamiento aprobase la declaración del término municipal con el apelativo de “reserva biocultural”, un término inexistente en el ordenamiento urbanístico. Prometió crear algo parecido al paraíso sostenible. Quedó en un “bluf” de un iluminado que arrastró económicamente a varios crédulos. Recientemente, el ayuntamiento de Salamanca contrató con un buen sueldo a un conseguidor que pretendía endosar un proyecto de ciudad sostenible “Peace City World”. El ayuntamiento fue embaucado por otro iluminado vendiendo humo. En la Reserva de la Biosfera de la Siberia Extremeña, una empresa ha conseguido ilusionar a la Junta y a unos ayuntamientos con un proyecto de ciudad sostenible paradisíaca en permanente conjunción con la naturaleza de tal modo, que han llegado a adaptar la legislación vigente y a expropiar terrenos para que esta quimera se pueda desarrollar y contribuir de alguna forma a revertir la dramática sangría de la despoblación que amenaza nuestro mundo rural. No diremos que sea otra venta de humo, pero a algunos nos cuesta mucho meternos en la cabeza que un lugar tan afortunadamente dejado de la mano del hombre, y tan apetecible por otra parte para los grandes negocios especulativos (léase Valdecañas), pueda sufrir de la noche a la mañana una transformación beatífica que tenga nulo impacto negativo en el ambiente de la despoblada y pintoresca comarca. Sensibilizada como está la sociedad ante los continuos atentados a la naturaleza por parte de los especuladores sin escrúpulos, los promotores de Elysium City no podían presentar su proyecto como una simple operación urbanística de construcción y venta de viviendas con algunas zonas comunes y maquillando el negocio con visos de sostenibilidad. Hay que adornarlo todo con rimbombantes epítetos y parafernalias conservacionistas. ¿Llegará a ejecutarse la totalidad de los elementos que conforman el proyecto, o quedará en la construcción de viviendas y hoteles con algunas zonas comunes, agotándose después el capital para continuar invirtiendo y quedando como una promoción inmobiliaria más que a la postre nadie se atreverá a demoler por provocar mayor daño y porque, al fin y al cabo, lo que quedaría en nuevo Valdecañas sería una fuente de riqueza y puestos de trabajo para unos pueblos agonizantes?
Por José María Barbado López 03 ene, 2023
LOS SINDICATOS, “GUARDIANES” DE CALIDAD DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA  (TAMBIÉN LA JUNTA)
Por José María Barbado López 15 sept, 2022
Una ridícula participación en la manifestación por un tren digno. Antes se había roto el pacto. De la que iba a ser multitudinaria exigencia de trato digno para Extremadura se descolgaron entidades disconformes con que los partidos oportunistas se apuntarán al carro reivindicativo. Hoy están en la oposición y no quieren acordarse de los incumplimientos de su partido cuando estaba en el gobierno. Si hubiera sido el otro quien hubiera estado gobernando, el actual jefe del ejecutivo extremeño se hubiera rasgado las vestiduras y no hubiera asistido a la inauguración de la fallida pantomima sucedánea de la alta velocidad. Pero claro, son estómagos agradecidos que en vez de plantarse seriamente en defensa de los intereses de la comunidad, procuran dar vidilla a los de su misma cuerda, porque saben que les va en ello su permanencia en la poltrona. Otros partidos, que nunca han gobernado, tienen eterna mentalidad de oposición y en las actuales coyunturas se ve que no van a gobernar. A todo esto, la ciudadanía de a pie ni siente ni padece. O sí que siente y padece, pero, y esto es ya un verdadero y real tópico, nos quejamos de modo fatalista pero no hay quien nos mueva. Nos anuncian a bombo y platillo un Triple Five casinero que quedó en agua de borrajas. Nos prometen un Elysium siberiano que está por ver, una fábrica de baterías que está por ver, en sustitución de la que se fue a Sagunto, una azucarera que ya está visto que no. Y para ello las autoridades se bajan los pantalones y modifican la ley para adaptarse a la horma de los zapatos de quienes nos prometen el oro y el moro y después los (nos) dejan con el culo al aire porque nada de nada. Nos han metido con calzador una mina de litio y se han apresurado a legislar para que los beneficios queden en Extremadura y no solo los inconvenientes: ¿de veras? La legislación extremeña está siempre por debajo de los supremos intereses del estado, no lo olvidemos. Vaya: que se ríen de nosotros de manera explícita, casi casi. Y todo por unos dirigentes calzonazos y por una población sometida a la desidia más devastadora. Quien esto escribe es absolutamente contrario a los partidos nacionalistas, que rebañan solo para casa, y que, a mi juicio, que puede estar errado, lo que pretenden unas veces es arañar prebendas y otras administrarse sus propias miserias de modo insolidario con el resto de territorios, sobre todo los menos favorecidos, como Extremadura, asignándonos el sambenito de nada emprendedores, vagos y perseguidores de subvenciones. Pues bien, visto lo visto, que hemos sido y seguimos siendo el farolillo de cola del conjunto autonómico, ¿no podría ser positiva la existencia de un partido auténticamente extremeñista que pueda conseguir suficiente fuerza en las Cortes y en general en el concierto autonómico para poder llevarse el gato al agua cuando los grandes partidos estatales necesiten de escaños para aprobar sus planes, tal como lo vienen practicando otras formaciones bien conocidas del espectro político? Anticipo la respuesta: me estoy engañando. En Extremadura esto no es posible; incluso puede que en Extremadura no sea productivo.. Pero entonces, ¿Cómo podríamos hacer para que dejaran de reírse de nosotros?
Por José María Barbado López 04 may, 2022
Un indicador elocuente de la idiosincrasia de un país es el trato que se profesa a las personas nativas que de algún modo sobresalieron tanto dentro como en el exterior del territorio donde nacieron.
Por José María Barbado López 24 abr, 2022
LA GRAN PARADOJA Compadezco a los franceses votantes de Mélenchon en la primera vuelta al verse en la tesitura de tener que optar por el voto a Macron para evitar el acceso al poder de Le Pen, so pena de favorecer a esta última con su abstención. Pero pienso, por otra parte, que si yo me encontrase en Alemania ante una hipotética segunda vuelta entre la CDU de la señora Merkel y la ultraderechista AfD. lo tendría bien claro, a pesar de mis grandes diferencias con los planteamientos políticos y económicos de la unión cristiano demócrata alemana. Precisamente por eso, porque se trata de un partido demócrata contra otro que no lo es, y que recuerda los viejos tiempos de la victoria del partido nacionalsocialista en 1932. Algo parecido sucede en Francia. Se trata de que el poder sea ejercido por alguien tan “repelente” para el electorado de izquierdas como Emmanuel Macron, o dejar que el nacionalpopulismo antieuropeo y antidemocrático de Marine Le Pen nos encamine a una ruptura del sistema por el lado contrario al que pretendemos los ilusos trasnochados que seguimos denominándonos de “izquierdas”. Con todo el dolor de mi corazón y “tapándome las narices” posiblemente asumiría la úlcera que me provocaría votar a Macron. Dentro de lo malo malísimo, aún puedo considerar a Macron un demócrata.  En España es distinto. Si se me plantease la opción de una segunda vuelta a elegir entre el Partido Popular o Vox, mi duda me situaría en el lugar del asno de Buridán, sin saber el camino que escoger y quedándome en la encrucijada para siempre. Probablemente no votaría aún a riesgo de favorecer con mi abstención el acceso de Vox al poder, porque pienso que un partido que no le hace ascos a gobernar con Vox participa de su misma naturaleza, y en España, el partido Popular, condenado varias veces por corrupción como entidad política e inculpados muchos de sus miembros a título personal; partido que no condena, incluso permite que se exalten, las atrocidades cometidas por el anterior régimen, es el heredero del totalitarismo instaurado por Franco tras la sublevación de 1936. Lo grave y preocupante, al menos para mí, es que este partido, aún a sabiendas de su falta de claridad democrática y su honestidad pública, es votado por un gran porcentaje de españoles. Cada uno que saque las lecturas oportunas del dato. Por eso, ante el dilema de elegir entre un partido abiertamente antidemocrático o uno que lo es de forma subrepticia, tal vez la solución sería que de una vez por todas suframos en nuestras carnes los efectos de un gobierno de ultraderecha. A ver si escarmentamos y rectificamos a tiempo. Lo malo es que este hecho se nos puede ir de las manos, como sucedió en Alemania en 1932. Por tanto, aquí me quedo, como el asno de Buridán.
Por José María Barbado López 24 sept, 2021
EL DESASTRE DE LA EDUCACIÓN  Es una evidencia, al menos para mí y muchos otros, el desastre que supone la educación en España. Meto en ello a la enseñanza pública y concertada y saco los colegios de élite, inaccesibles para la mayoría de los mortales. De los otros, sálvese quien pueda, aunque un centro por sí solo es difícil que escape a las disposiciones gubernamentales que cada vez agobian más burocráticamente y que navegan de manera errática, acosadas por la imposibilidad de un pacto educativo universal de mínimos suscrito y respetado por todas las sensibilidades político-religioso-territoriales; pacto que tiene que tener como fondo innegociable una auténtica igualdad de oportunidades y que se ha demostrado imposible de conseguir en tanto que algunas fuerzas políticas irán, enarbolando la bandera de la libertad, a chocar frontalmente y con la virulencia que fuera necesaria, contra todo aquello que presuponga el libre acceso a los estándares educativos más altos que sean posibles a todos los ciudadanos, independientemente de su condición económica y social. Y eso sucede cuando el partido gobernante representa tan solo una tímida opción progresista que en modo alguno ha conseguido –o no ha intentado- hacer una auténtica reforma educativa en el Estado. Se lo impiden, como ya digo, los partidos inmovilistas, su propia tibia naturaleza y una masa desinformada que no percibe que el futuro de sus hijos/as está en una educación plena de igualdad de oportunidades. El fiasco que supuso la educación bilingüe, abordada por la administración sin los recursos humanos apropiados, en una acción más propagandística que eficaz, que ha devenido en caricatura y que no ha llevado en absoluto a mejorar la enseñanza de idiomas en nuestros centros públicos. Pero eso cuesta dinero. El boom de la inversión en tecnología que adolece de falta de capacidad material y de recursos para mantenimiento y carece de personal cualificado para ello dejándolo a la buena voluntad de los docentes, si es que existen en los centros, capacitados para llevarlo a cabo. Pero eso cuesta dinero. La poca diversificación curricular que atiende casi exclusivamente a las materias consideradas troncales con unos objetivos y contenidos bajo mínimos y que considera muchos aspectos de la formación integral como casi prescindibles y meramente testimoniales, encuadrándolas en asignaturas llamadas “Marías” susceptibles de ser impartidas por docentes no especializados para ello para completar sus horas lectivas, en lugar de incluirlas en el currículo y dotarlas de carácter de obligatorio-optativas-rotatorias en jornadas vespertinas e impartidas por profesionales especializados y bien pagados, y no por aprendices malpagados en actividades extraescolares que hacen la función de guardería. Pero eso cuesta dinero. La falta de exigencia en la cualificación de los educadores y en su formación permanente: la primera es relegando la carrera docente a carrera refugio para quienes no obtienen la calificación necesaria para optar a otras profesiones en el caso de la educación infantil y primaria, y con exiguas exigencias de capacidad docente en el caso de la secundaria y bachillerato (no digamos en la Universidad), cuando la profesión que tiene en sus manos la educación de quienes regirán los destinos del país debería ser la más exigente de todas con sus aspirantes. La segunda es dejar a la libre voluntad de los docentes su formación permanente, que solo será realizada por quienes estén motivados para ello en sus horas de asueto, y casi nunca en jornadas obligatorias pagadas por la administración realizadas dentro de su horario laboral o en años sabáticos bien aprovechados. Todo ello acompañado de una retribución social y económica acorde y un nivel de exigencia máximo con el profesorado. Pero eso cuesta dinero. A todos los responsables políticos tanto estatales como autonómicos de cualquier sensibilidad se les llena la boca al afirmar que la educación es la inversión de futuro sin reflejarlo convenientemente en las asignaciones presupuestarias correspondientes, dándose el caso de que el porcentaje del PIB destinado a educación en España –y por ende en nuestras comunidades- es de los más pobres –el quinto más bajo de la UE- de Europa (independientemente del signo político del administrador de turno) Pero eso cuesta dinero. La desorientación generada en las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa, padres y madres, profesorado, alumnado y personal, tras los años de la dictadura, que ha desembocado en un cambio pendular de posición en cuanto a que la intransigencia de la escuela franquista ha dado lugar a una falsa idea de libertad de expresión y acción, sobre todo por parte del alumnado, apoyado por unos padres/madres tan mal educados como sus vástagos –repito: sálvese quien pueda- , que tienden a anular la autoridad del profesorado, y con una administración que apoya más a los primeros que a los últimos (son votos), quienes deben dedicar más esfuerzo a implantar la convivencia pacífica y a plasmar su actividad en interminables labores burocráticas para que todo quede bien en los papeles, que a poder dedicarse a impartir correcta y convenientemente las áreas de su competencia. Y eso no cuesta tanto dinero. Los resultados están ahí: los reportes de los distintos medidores de nivel educativo por parte de los diversos organismos internacionales sitúan a España en lugares mucho más bajos que otros países que por su situación económica, social y política deberían encontrarse en niveles inferiores al nuestro. Pero por desgracia, mi impresión es que nunca saldremos de esto mientras sigamos haciendo bandera de la crispación y de la falta de consenso y entendimiento, características ambas, fruto precisamente del bajo nivel educativo de nuestro país.
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