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EL TEATRILLO DE DOÑA LEONOR

Los que mandan en este país, que tienen convencida a la mayoría de la población de que vivimos en una “democracia” por permitirnos votar cada cierto tiempo, cuando en realidad estamos sumidos en una plutocracia partitocrática, han decidido echar el resto para apuntalar la anacrónica institución monárquica, cuya imagen resultó muy deteriorada tras el conocimiento de los presuntos “devaneos”, económicos y de otras índoles, de su penúltimo titular, Juan Carlos I, y han tirado la casa por la ventana del presupuesto público para asegurar la pervivencia de una imposición que viene del pacto político posterior a la muerte del dictador Franco, en el que la oposición democrática tuvo que tragar las lentejas de un rey impuesto por la dictadura.


Para reforzar la imagen de la monarquía no han escatimado en gastos del erario público montándonos un teatro con escenarios en las Cortes (para fingir el sometimiento de la futura reina a la voluntad del pueblo soberano) y el Palacio Real (para reconocer mediante la máxima distinción honorífica civil que concede el Estado, los enormes méritos contraídos por la joven descendiente al servicio del país) y metiéndonos hasta en la sopa la imagen juvenil y radiante de una princesa que va a heredar la representación máxima de un Estado solo por el hecho de su nacimiento.


Reconociendo la utilidad de que sea una persona física quien represente la realidad de un país, incluso tan diverso y variopinto como las Españas, lo menos imperfecto sería que el servicio a la Patria que supone ostentar la jefatura del Estado lo ejerciese una persona cuyos méritos fueran reconocidos por la mayoría de los habitantes del colectivo a quien representa; y solo a esa persona, eliminando el concepto de “casa” o “familia real”, que pudiera parecer a algunos un caso de parasitismo adherido a la máxima magistratura del Estado.

Para resumir el aspecto sucesorio y de la forma de estado, bastante más extenso, pero muy importante para explicar el devenir histórico de los últimos cuarenta años, concluiremos que, en efecto, los pactos de la transición supusieron la cesión por ambas partes, los “herederos del régimen” por un lado y la oposición democrática por otro.


¿Y qué cedió cada uno? Pues los opositores transigieron con mantener la forma de estado, las estructuras del poder judicial y económico y la imposibilidad de autodeterminación.

Los herederos del régimen transigieron en ¿la libertad de expresión? y en el sistema de partidos, un sistema un tanto opaco que permitirá, con la ley electoral adecuada, la alternancia en el poder de los partidos mayoritarios. En pocas palabras, les dejarán jugar a la política de forma vigilada para que se sientan a gusto en sus puestos de poder y ser recompensados al final con un puesto en la administración de las empresas que se mantienen como en el régimen. Una bonita forma de cambiarlo todo para que nada cambie.


El 1 de abril de 1964 se conmemoraron los “XXV años de Paz”, y el 14 de diciembre de 1966, Franco convocó un referéndum para aprobar la Ley Orgánica del Estado, una especie de Constitución que consagraba la legitimidad del régimen surgido del golpe de estado de 1936. La propuesta fue aceptada mayoritariamente por los españoles mayores de 21 años en un ejercicio de opacidad y sin las garantías necesarias para poder considerar que los ciudadanos hubieran votado en libertad. En el discurso de Navidad de 1969, Franco pronunció la famosa frase de que “todo está atado y bien atado”. Siempre se pensó que solo se refería a la sucesión en la Jefatura del Estado, pero los acontecimientos han demostrado que la expresión estaba dotada de un alcance mucho mayor.




Y ya, el 20 de noviembre de 1975, moría el dictador, curiosamente el mismo mes y día del fusilamiento (en 1936) del falangista José Antonio Primo de Rivera, el ideólogo fascista, quien constituyó un símbolo en el Estado una vez muerto. Se cuenta, aunque no está acreditado que Franco pudo haberle salvado la vida intercambiándolo por presos republicanos, pero de este modo consiguió crear un mártir para la causa y al mismo tiempo librarse de una “mosca cojonera”.


Los seguidores del régimen eran plenamente conscientes de que el entorno de países occidentales donde se movía España no permitiría la pervivencia del régimen autocrático tras la muerte del dictador. Había que adaptar las estructuras del Estado hasta darles apariencia de una democracia de corte occidental. Había que cambiar muchas cosas para que en el fondo nada cambiase. Y el tiempo transcurrido nos da la razón.

Para ilustrar estas afirmaciones hay que echar mano de las hemerotecas. Tras la visita del Presidente de EEUU, Richard Nixon, el 2 de octubre de 1970, un año más tarde, Nixon envió en misión secreta a Madrid al general Vernon Walters para entrevistarse con el dictador.


Fue recibido en El Pardo junto con el ministro de exteriores Gregorio López Bravo y Franco le confesó su profecía: "Yo he creado ciertas instituciones, nadie piensa que funcionarán. Están equivocados. El Príncipe será Rey, porque no hay alternativa. España irá lejos en el camino que desean ustedes, los ingleses y los franceses”.

Los que mandan en este país manejan los hilos de todo: Las estructuras económicas no vendidas a las grandes corporaciones supranacionales, de modo que muchas de las empresas públicas creadas durante el franquismo han pasado a ser propiedad de las familias que en su día ejercieron la dirección de las mismas.

Manejan también un endogámico sistema judicial que difícilmente acepta la intromisión de elementos no adeptos al régimen, y que carece de independencia de los partidos políticos cuya estructura controla incluso al parlamento que supuestamente sería la sede de la soberanía popular y de donde deberían dimanar el resto de los poderes del Estado. Las fuerzas y cuerpos de seguridad, también controladas, se mantienen en su misión de garantizar la independencia y seguridad del Estado y en último extremo, también de su integridad territorial.

Manejan también los hilos de la mayoría de los partidos políticos en sus diferentes modalidades: los conservadores con líderes de mediocre capacidad, ultraconservadores demagógicos, ultraconservadores ultramontanos de Santiago y cierra España e incluso progresistas moderados; estos últimos podrían ser los más efectivos para gobernar al pueblo: procuran mejor su bienestar pero sin tocar las líneas rojas de las altas estructuras del Estado, pero tienen el inconveniente de enzarzarse con partidos incontrolados republicanos y antisistema que, aunque minoritarios, divididos y residuales, no permiten el completo manejo de la situación política. Para los poderes fácticos resultaría más cómodo que el poder lo ejerza un partido conservador demagógico, al estilo muñequita diabólica.

Richard Nixon - visita al Francisco Franco. 1970

Toda esta estructura política y económica se sustenta en la compra de la mayoría de los medios de comunicación y “deformación” ciudadana, en la inundación y banalización de las redes sociales y en el impedimento de una auténtica igualdad de oportunidades educativas que permita la formación de ciudadanos auténticamente libres, conscientes de la realidad del entorno, conscientes también de la importancia de reconocer la prioridad del bien común sobre los intereses particulares, de la necesidad de acabar con el individualismo egocéntrico imperante,-a pesar de las expresiones buenistas y beatíficas que circulan por las redes y que no solo tienen efecto positivo, sino que, según algunos psicólogos, pueden influir negativamente en la salud mental-, y capaces de decidir su destino, haciendo que el ascensor social funcione sin distinción de las posibilidades económicas y sociales de las familias. Una población adormecida, alienada e “imbecilizada” es la mejor garantía de que el llamado “régimen del 78” funcione.

A todos los responsables políticos tanto estatales como autonómicos de cualquier sensibilidad se les llena la boca al afirmar que la educación es la inversión de futuro sin reflejarlo convenientemente en las asignaciones presupuestarias correspondientes, dándose el caso de que el porcentaje del PIB destinado a educación en España –y por ende en nuestras comunidades- es de los más pobres –el quinto más bajo de la UE- de Europa (independientemente del signo político del administrador de turno) Pero eso cuesta dinero. Y eso sucede también cuando el partido gobernante representa tan solo una tímida opción progresista que en modo alguno ha conseguido –o no ha intentado- hacer una auténtica reforma educativa en el Estado. Se lo impiden, como ya digo, los partidos inmovilistas, su propia tibia naturaleza y una masa desinformada que no percibe que el futuro de sus hijos/as está en una educación plena de igualdad de oportunidades.

Es probable –no he ahondado en ello y me culpo por dar pábulo a las redes cuando me quejo del uso que se hace de ellas- que una de las frases que se atribuye al controvertido millonario británico-estadounidense John McAfee, muerto en extrañas circunstancias en una prisión de Barcelona, tras haberse aprobado su extradición a los Estados Unidos,no sea una frase suya, pero me gusta y la hago mía sea quien sea quien la haya pensado: “El uno por ciento controla el mundo. El cuatro por ciento son sus títeres. El noventa por ciento está dormido. El cinco por ciento lo sabe y trata de despertar al noventa. El uno por ciento usa su cuatro para impedir que el cinco despierte al noventa”. Una frase que encajaría perfectamente en la sociedad española actual.


Manejan también la monarquía, una institución obsoleta que en la actualidad está al servicio no del “pueblo soberano”, sino de la clase dominante que aspira a seguir siéndolo, y cada año más.

Ya nos lo hacía ver Gerald Brenan en su Laberinto Español: desde 1788, fecha de la muerte de Carlos III, ningún rey español ha terminado sus días en el ejercicio de su cargo. Ha habido dos excepciones, que al ser revisadas, confirman que en estos dos casos también podría haber sucedido así. Fernando VII, “El Deseado” antes de terminar la guerra de la Independencia, y “El Rey Felón” después, conocido por los historiadores como el peor rey de la historia de España, pudo terminar sus días como rey por el apoyo que una década antes le brindaron los absolutistas franceses con la remesa de los “cien mil hijos de San Luis”; de no haber mediado la intervención, posiblemente hubiera sido destronado, bien por los partidarios de su hermano Carlos, o, más probablemente, por los liberales que clamaban por la restitución de la soberanía popular y la Constitución de 1812. Su padre, Carlos IV, fue destituido por Napoleón, muriendo en Nápoles. En su lugar, impuesto por el corso, reinó José I, quien duró el tiempo que el ejército francés permaneció en la península.


El otro rey que murió coronado fue su nieto Alfonso XII, tan joven, que tal vez no tuvo tiempo de comprobar el desgaste del sistema de gobierno implantado por Cánovas, ni los turbulentos principios del siglo XX. Su madre, Isabel, fue destronada por la revolución de 1868 y murió exiliada en París. La implantación de la monarquía electiva en la persona de Amadeo I fue un fracaso que unió a toda la oposición y provocó la renuncia del monarca. El hijo póstumo de Alfonso XII, el XIII, aunque reinó casi cuarenta y cinco años, tuvo que ser asistido por una dictadura, y hundida su popularidad por su más que probable responsabilidad en los desastres del ejército de África, abandonado incluso por los propios monárquicos, tuvo que exiliarse, muriendo en Roma.

Tras la oprobiosa dictadura del general Franco, el dictador nos impuso no la República que se encargó de eliminar, ni al hijo y heredero Juan de Borbón, sino a su hijo Juan Carlos, que en aras de la reconciliación del país fue aceptado constitucionalmente por la mayoría de los españoles. Aquel rey, Juan Carlos I, tras protagonizar la transición democrática, abrumado por la impopularidad de los últimos años, y para salvar la imagen de la monarquía, abdicó en su hijo Felipe.Su papel como defensor de la Constitución durante elintento de golpe de Estado de 1981, y cuyos entresijos no conoceremos jamás, empieza a cuestionarse incluso por parte de algún protagonista de la asonada, que invita a parecerse más a la aquiescencia que su abuelo prestó al establecimiento de la dictadura Primoriveriana, solo que los condicionamientos externos e internos eran muy otros de los que se daban en el primer cuarto del siglo pasado, por lo que era contraproducente ceder a las fuerzas telúricas de los nostálgicos, para no caer en el ridículo internacional de los países occidentales avanzados, potenciándose la imagen de monarquía salvadora con la que se convenció incluso a numerosos republicanos.


Su hijo Felipe pareció haber querido cortar con la línea de la restauración monárquica impuesta por Franco, a quien en alguna ocasión reconoció como dictador. Felipe VI se mantiene dentro del papel que la Constitución le tiene asignado, es decir, no se mete en política; tal vez por eso no se manifiesta fehacientemente en contra de los abusos del capitalismo, del aumento de la desigualdad, del robo sistemático al que muchos políticos están sometiendo a las arcas públicas. Y es que, pasados ya largos años desde que los españoles se avinieron a reconciliarse, hoy, lo que llamamos “democracia” se ha convertido en un ejercicio de voto cada cierto tiempo, que no lleva a grandes consecuencias, porque una auténtica democracia debe basarse en dos factores que no se dan en la actualidad: la formación y la información. De la formación en los asuntos públicos sólo citaré las frases “Yo no me meto en política” y “todos los políticos son iguales” en la ignorancia de que si el pueblo no se mete en política alguien hará política por él, y no precisamente en beneficio del pueblo. De la información, sesgada por la inexistencia de medios realmente independientes, pagados muchos de ellos por los poderes fácticos que nos siguen gobernando desde antes de las primeras elecciones democráticas; el poder económico de las grandes familias de siempre, el poder judicial que no interesa que funcione, y la iglesia católica, que aún mantiene gran parte de su poder e influencia.



¿Terminará Felipe VI sus días como rey de España? En un artículo, el republicano catalán Joan Tardá, “ El referèndum sobre la República Catalana conduirà a la III República”, nos presenta la similitud entre la proclamación de la República Catalana de Maciá y el advenimiento de la II República Española, con el movimiento independentista actual protagonizado por algunas fuerzas políticas con el apoyo de una gran parte de ciudadanos, como premonitorio de la III República. Yo, que no soy partidario de la desintegración, sino de todo lo contrario, pero que sí soy incondicional del derecho a decidir; que no voté la Constitución, entre otras cosas, porque no consagraba el derecho de autodeterminación, aunque fuera con ciertas garantías, estimo que no debería faltar mucho para que Felipe VI sea despedido de su cargo, de forma democrática, sin violencia, sin traumas, sin aspavientos, agradeciéndole los servicios prestados, con derecho a cobrar el subsidio de desempleo, y que la institución que deja vacante sea sustituida por una República Federal que aúne a todas las naciones de España, aglutinadas en torno a un supraestado que contemple las particularidades históricas de cada una, sin artificios autonómicos, incluyendo incluso a la vecina Portugal, si ellos quieren, y dentro de una auténtica Unión Europea de los ciudadanos.



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En el tintero

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Basura
Por José María Barbado López 10 oct, 2023
EN TORNO A LA AUTODETERMINACIÓN
Por José María Barbado López 26 jun, 2023
¿Cómo es posible que se hable tan poco de ello y haya personas que no se percaten? Dados los antecedentes de ayuntamientos en Extremadura en los que, por la premura por la que se debían constituir inexorablemente el 17 de junio, ha habido pacto PP- Vox, y la excepción de Valencia dentro de las comunidades autónomas, pues se trataba de aprovechar la ocasión, podéis poner sin miedo la mano en el fuego si afirmáis que si no mediaran las elecciones del 23J, la señora Guardiola habría otorgado sin dudar a los de ultraderecha las dos consejerías que exigen. La «derechita cobarde», como en el resto de autonomías, se está conteniendo para arañar el voto de los electores más moderados en las próximas elecciones generales. ¿Cómo si no, la dirección del partido a nivel regional no ha impedido que sus ediles pacten con negacionistas de la violencia de género al igual que su jefa a nivel autonómico?. ¿Dónde se queda la machaconería de Feijoo en pretender que gobierne la lista más votada?  La falsedad de la señora Guardiola queda muy manifiesta después de una campaña en la que parecía que iba sola, sin equipo, a las elecciones: «Probadme cuatro años». «Dadme vuestra confianza». «No os defraudaré», y así ha conseguido convencer a muchos electores que no reparan en que la señora Guardiola y su jefe Feijóo son unos mandados de los que controlan el país y los medios de comunicación que han cerrado el entendimiento de miles de españoles y españolas.
Por José María Barbado López 04 jun, 2023
¿Estamos locos?
Por José María Barbado López 22 feb, 2023
H ace algunos años, en uno de los pueblos más bonitos de España, situado en la Axarquía malagueña, un embaucador consiguió ilusionar a todo un pueblo y que el ayuntamiento aprobase la declaración del término municipal con el apelativo de “reserva biocultural”, un término inexistente en el ordenamiento urbanístico. Prometió crear algo parecido al paraíso sostenible. Quedó en un “bluf” de un iluminado que arrastró económicamente a varios crédulos. Recientemente, el ayuntamiento de Salamanca contrató con un buen sueldo a un conseguidor que pretendía endosar un proyecto de ciudad sostenible “Peace City World”. El ayuntamiento fue embaucado por otro iluminado vendiendo humo. En la Reserva de la Biosfera de la Siberia Extremeña, una empresa ha conseguido ilusionar a la Junta y a unos ayuntamientos con un proyecto de ciudad sostenible paradisíaca en permanente conjunción con la naturaleza de tal modo, que han llegado a adaptar la legislación vigente y a expropiar terrenos para que esta quimera se pueda desarrollar y contribuir de alguna forma a revertir la dramática sangría de la despoblación que amenaza nuestro mundo rural. No diremos que sea otra venta de humo, pero a algunos nos cuesta mucho meternos en la cabeza que un lugar tan afortunadamente dejado de la mano del hombre, y tan apetecible por otra parte para los grandes negocios especulativos (léase Valdecañas), pueda sufrir de la noche a la mañana una transformación beatífica que tenga nulo impacto negativo en el ambiente de la despoblada y pintoresca comarca. Sensibilizada como está la sociedad ante los continuos atentados a la naturaleza por parte de los especuladores sin escrúpulos, los promotores de Elysium City no podían presentar su proyecto como una simple operación urbanística de construcción y venta de viviendas con algunas zonas comunes y maquillando el negocio con visos de sostenibilidad. Hay que adornarlo todo con rimbombantes epítetos y parafernalias conservacionistas. ¿Llegará a ejecutarse la totalidad de los elementos que conforman el proyecto, o quedará en la construcción de viviendas y hoteles con algunas zonas comunes, agotándose después el capital para continuar invirtiendo y quedando como una promoción inmobiliaria más que a la postre nadie se atreverá a demoler por provocar mayor daño y porque, al fin y al cabo, lo que quedaría en nuevo Valdecañas sería una fuente de riqueza y puestos de trabajo para unos pueblos agonizantes?
Por José María Barbado López 03 ene, 2023
LOS SINDICATOS, “GUARDIANES” DE CALIDAD DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA  (TAMBIÉN LA JUNTA)
Por José María Barbado López 15 sept, 2022
Una ridícula participación en la manifestación por un tren digno. Antes se había roto el pacto. De la que iba a ser multitudinaria exigencia de trato digno para Extremadura se descolgaron entidades disconformes con que los partidos oportunistas se apuntarán al carro reivindicativo. Hoy están en la oposición y no quieren acordarse de los incumplimientos de su partido cuando estaba en el gobierno. Si hubiera sido el otro quien hubiera estado gobernando, el actual jefe del ejecutivo extremeño se hubiera rasgado las vestiduras y no hubiera asistido a la inauguración de la fallida pantomima sucedánea de la alta velocidad. Pero claro, son estómagos agradecidos que en vez de plantarse seriamente en defensa de los intereses de la comunidad, procuran dar vidilla a los de su misma cuerda, porque saben que les va en ello su permanencia en la poltrona. Otros partidos, que nunca han gobernado, tienen eterna mentalidad de oposición y en las actuales coyunturas se ve que no van a gobernar. A todo esto, la ciudadanía de a pie ni siente ni padece. O sí que siente y padece, pero, y esto es ya un verdadero y real tópico, nos quejamos de modo fatalista pero no hay quien nos mueva. Nos anuncian a bombo y platillo un Triple Five casinero que quedó en agua de borrajas. Nos prometen un Elysium siberiano que está por ver, una fábrica de baterías que está por ver, en sustitución de la que se fue a Sagunto, una azucarera que ya está visto que no. Y para ello las autoridades se bajan los pantalones y modifican la ley para adaptarse a la horma de los zapatos de quienes nos prometen el oro y el moro y después los (nos) dejan con el culo al aire porque nada de nada. Nos han metido con calzador una mina de litio y se han apresurado a legislar para que los beneficios queden en Extremadura y no solo los inconvenientes: ¿de veras? La legislación extremeña está siempre por debajo de los supremos intereses del estado, no lo olvidemos. Vaya: que se ríen de nosotros de manera explícita, casi casi. Y todo por unos dirigentes calzonazos y por una población sometida a la desidia más devastadora. Quien esto escribe es absolutamente contrario a los partidos nacionalistas, que rebañan solo para casa, y que, a mi juicio, que puede estar errado, lo que pretenden unas veces es arañar prebendas y otras administrarse sus propias miserias de modo insolidario con el resto de territorios, sobre todo los menos favorecidos, como Extremadura, asignándonos el sambenito de nada emprendedores, vagos y perseguidores de subvenciones. Pues bien, visto lo visto, que hemos sido y seguimos siendo el farolillo de cola del conjunto autonómico, ¿no podría ser positiva la existencia de un partido auténticamente extremeñista que pueda conseguir suficiente fuerza en las Cortes y en general en el concierto autonómico para poder llevarse el gato al agua cuando los grandes partidos estatales necesiten de escaños para aprobar sus planes, tal como lo vienen practicando otras formaciones bien conocidas del espectro político? Anticipo la respuesta: me estoy engañando. En Extremadura esto no es posible; incluso puede que en Extremadura no sea productivo.. Pero entonces, ¿Cómo podríamos hacer para que dejaran de reírse de nosotros?
Por José María Barbado López 04 may, 2022
Un indicador elocuente de la idiosincrasia de un país es el trato que se profesa a las personas nativas que de algún modo sobresalieron tanto dentro como en el exterior del territorio donde nacieron.
Por José María Barbado López 24 abr, 2022
LA GRAN PARADOJA Compadezco a los franceses votantes de Mélenchon en la primera vuelta al verse en la tesitura de tener que optar por el voto a Macron para evitar el acceso al poder de Le Pen, so pena de favorecer a esta última con su abstención. Pero pienso, por otra parte, que si yo me encontrase en Alemania ante una hipotética segunda vuelta entre la CDU de la señora Merkel y la ultraderechista AfD. lo tendría bien claro, a pesar de mis grandes diferencias con los planteamientos políticos y económicos de la unión cristiano demócrata alemana. Precisamente por eso, porque se trata de un partido demócrata contra otro que no lo es, y que recuerda los viejos tiempos de la victoria del partido nacionalsocialista en 1932. Algo parecido sucede en Francia. Se trata de que el poder sea ejercido por alguien tan “repelente” para el electorado de izquierdas como Emmanuel Macron, o dejar que el nacionalpopulismo antieuropeo y antidemocrático de Marine Le Pen nos encamine a una ruptura del sistema por el lado contrario al que pretendemos los ilusos trasnochados que seguimos denominándonos de “izquierdas”. Con todo el dolor de mi corazón y “tapándome las narices” posiblemente asumiría la úlcera que me provocaría votar a Macron. Dentro de lo malo malísimo, aún puedo considerar a Macron un demócrata.  En España es distinto. Si se me plantease la opción de una segunda vuelta a elegir entre el Partido Popular o Vox, mi duda me situaría en el lugar del asno de Buridán, sin saber el camino que escoger y quedándome en la encrucijada para siempre. Probablemente no votaría aún a riesgo de favorecer con mi abstención el acceso de Vox al poder, porque pienso que un partido que no le hace ascos a gobernar con Vox participa de su misma naturaleza, y en España, el partido Popular, condenado varias veces por corrupción como entidad política e inculpados muchos de sus miembros a título personal; partido que no condena, incluso permite que se exalten, las atrocidades cometidas por el anterior régimen, es el heredero del totalitarismo instaurado por Franco tras la sublevación de 1936. Lo grave y preocupante, al menos para mí, es que este partido, aún a sabiendas de su falta de claridad democrática y su honestidad pública, es votado por un gran porcentaje de españoles. Cada uno que saque las lecturas oportunas del dato. Por eso, ante el dilema de elegir entre un partido abiertamente antidemocrático o uno que lo es de forma subrepticia, tal vez la solución sería que de una vez por todas suframos en nuestras carnes los efectos de un gobierno de ultraderecha. A ver si escarmentamos y rectificamos a tiempo. Lo malo es que este hecho se nos puede ir de las manos, como sucedió en Alemania en 1932. Por tanto, aquí me quedo, como el asno de Buridán.
Por José María Barbado López 24 sept, 2021
EL DESASTRE DE LA EDUCACIÓN  Es una evidencia, al menos para mí y muchos otros, el desastre que supone la educación en España. Meto en ello a la enseñanza pública y concertada y saco los colegios de élite, inaccesibles para la mayoría de los mortales. De los otros, sálvese quien pueda, aunque un centro por sí solo es difícil que escape a las disposiciones gubernamentales que cada vez agobian más burocráticamente y que navegan de manera errática, acosadas por la imposibilidad de un pacto educativo universal de mínimos suscrito y respetado por todas las sensibilidades político-religioso-territoriales; pacto que tiene que tener como fondo innegociable una auténtica igualdad de oportunidades y que se ha demostrado imposible de conseguir en tanto que algunas fuerzas políticas irán, enarbolando la bandera de la libertad, a chocar frontalmente y con la virulencia que fuera necesaria, contra todo aquello que presuponga el libre acceso a los estándares educativos más altos que sean posibles a todos los ciudadanos, independientemente de su condición económica y social. Y eso sucede cuando el partido gobernante representa tan solo una tímida opción progresista que en modo alguno ha conseguido –o no ha intentado- hacer una auténtica reforma educativa en el Estado. Se lo impiden, como ya digo, los partidos inmovilistas, su propia tibia naturaleza y una masa desinformada que no percibe que el futuro de sus hijos/as está en una educación plena de igualdad de oportunidades. El fiasco que supuso la educación bilingüe, abordada por la administración sin los recursos humanos apropiados, en una acción más propagandística que eficaz, que ha devenido en caricatura y que no ha llevado en absoluto a mejorar la enseñanza de idiomas en nuestros centros públicos. Pero eso cuesta dinero. El boom de la inversión en tecnología que adolece de falta de capacidad material y de recursos para mantenimiento y carece de personal cualificado para ello dejándolo a la buena voluntad de los docentes, si es que existen en los centros, capacitados para llevarlo a cabo. Pero eso cuesta dinero. La poca diversificación curricular que atiende casi exclusivamente a las materias consideradas troncales con unos objetivos y contenidos bajo mínimos y que considera muchos aspectos de la formación integral como casi prescindibles y meramente testimoniales, encuadrándolas en asignaturas llamadas “Marías” susceptibles de ser impartidas por docentes no especializados para ello para completar sus horas lectivas, en lugar de incluirlas en el currículo y dotarlas de carácter de obligatorio-optativas-rotatorias en jornadas vespertinas e impartidas por profesionales especializados y bien pagados, y no por aprendices malpagados en actividades extraescolares que hacen la función de guardería. Pero eso cuesta dinero. La falta de exigencia en la cualificación de los educadores y en su formación permanente: la primera es relegando la carrera docente a carrera refugio para quienes no obtienen la calificación necesaria para optar a otras profesiones en el caso de la educación infantil y primaria, y con exiguas exigencias de capacidad docente en el caso de la secundaria y bachillerato (no digamos en la Universidad), cuando la profesión que tiene en sus manos la educación de quienes regirán los destinos del país debería ser la más exigente de todas con sus aspirantes. La segunda es dejar a la libre voluntad de los docentes su formación permanente, que solo será realizada por quienes estén motivados para ello en sus horas de asueto, y casi nunca en jornadas obligatorias pagadas por la administración realizadas dentro de su horario laboral o en años sabáticos bien aprovechados. Todo ello acompañado de una retribución social y económica acorde y un nivel de exigencia máximo con el profesorado. Pero eso cuesta dinero. A todos los responsables políticos tanto estatales como autonómicos de cualquier sensibilidad se les llena la boca al afirmar que la educación es la inversión de futuro sin reflejarlo convenientemente en las asignaciones presupuestarias correspondientes, dándose el caso de que el porcentaje del PIB destinado a educación en España –y por ende en nuestras comunidades- es de los más pobres –el quinto más bajo de la UE- de Europa (independientemente del signo político del administrador de turno) Pero eso cuesta dinero. La desorientación generada en las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa, padres y madres, profesorado, alumnado y personal, tras los años de la dictadura, que ha desembocado en un cambio pendular de posición en cuanto a que la intransigencia de la escuela franquista ha dado lugar a una falsa idea de libertad de expresión y acción, sobre todo por parte del alumnado, apoyado por unos padres/madres tan mal educados como sus vástagos –repito: sálvese quien pueda- , que tienden a anular la autoridad del profesorado, y con una administración que apoya más a los primeros que a los últimos (son votos), quienes deben dedicar más esfuerzo a implantar la convivencia pacífica y a plasmar su actividad en interminables labores burocráticas para que todo quede bien en los papeles, que a poder dedicarse a impartir correcta y convenientemente las áreas de su competencia. Y eso no cuesta tanto dinero. Los resultados están ahí: los reportes de los distintos medidores de nivel educativo por parte de los diversos organismos internacionales sitúan a España en lugares mucho más bajos que otros países que por su situación económica, social y política deberían encontrarse en niveles inferiores al nuestro. Pero por desgracia, mi impresión es que nunca saldremos de esto mientras sigamos haciendo bandera de la crispación y de la falta de consenso y entendimiento, características ambas, fruto precisamente del bajo nivel educativo de nuestro país.
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