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HACIA LA TERCERA REPÚBLICA (o la culpa la tiene el PSOE)

Ya nos lo hacía ver Gerald Brenan en su Laberinto Español: desde 1788, fecha de la muerte de Carlos III, “el político, o el mejor alcalde de Madrid” ningún rey español ha terminado sus días en el ejercicio de su cargo. Ha habido dos excepciones, que al ser revisadas, confirman que en estos dos casos también podría haber sucedido así. Fernando VII, “El Deseado” antes de terminar la guerra de la Independencia, y “El Rey Felón” después, conocido por los historiadores como el peor rey de la historia de España, pudo terminar sus días como rey por el apoyo que una década antes le brindaron los absolutistas franceses con la remesa de los “cien mil hijos de San Luis”; de no haber mediado la intervención, posiblemente hubiera sido destronado, bien por los partidarios de su hermano Carlos, o, más probablemente, por los liberales que clamaban por la restitución de la soberanía popular y la Constitución de 1812. Su padre, Carlos IV, “El Cazador” fue destituido por Napoleón, muriendo en Nápoles. En su lugar, impuesto por el corso, reinó José I, “El Intruso”, quien duró el tiempo que el ejército francés permaneció en la península.

El otro rey que murió coronado fue su nieto Alfonso XII, “El Pacificador”, tan joven, que tal vez no tuvo tiempo de comprobar el desgaste del sistema de gobierno implantado por Cánovas, ni los turbulentos principios del siglo XX. Su madre, Isabel II, “La de los tristes destinos”, fue destronada por la revolución de 1868 y murió exiliada en París. La implantación de la monarquía electiva en la persona de Amadeo I, “El Electo”, fue un fracaso que unió a toda la oposición y provocó la renuncia del monarca. El hijo póstumo de Alfonso XII, el XIII, llamado “El Africano”, tal vez por su “gloriosa” intervención en el norte de Marruecos, aunque reinó casi cuarenta y cinco años, tuvo que ser asistido por una dictadura, y hundida su popularidad por su más que probable responsabilidad en los desastres del ejército de África, abandonado incluso por los propios monárquicos, tuvo que exiliarse, muriendo en Roma.

Tras la oprobiosa dictadura del general Franco, el dictador nos impuso no la República que se encargó de eliminar, ni al hijo y heredero Juan de Borbón, sino a su hijo Juan Carlos, que en aras de la reconciliación del país fue aceptado constitucionalmente por la mayoría de los españoles. Aquel rey, Juan Carlos I, (¿Con qué sobrenombre quedará este rey?) tras protagonizar la transición democrática, abrumado por la impopularidad de los últimos años, y para salvar la imagen de la monarquía, abdicó en su hijo Felipe. Éste parece querer cortar con la línea de la restauración monárquica impuesta por Franco, a quien recientemente reconoció como dictador. Felipe VI se mantiene dentro del papel que la Constitución le tiene asignado, es decir, no se mete en política; tal vez por eso no se manifiesta fehacientemente en contra de los abusos del capitalismo, del aumento de la desigualdad, del robo sistemático al que muchos políticos están sometiendo a las arcas públicas. Y es que, pasados ya largos años desde que los españoles se avinieron a reconciliarse, hoy, lo que llamamos “democracia” se ha convertido en un ejercicio de voto cada cierto tiempo, que no lleva a grandes consecuencias, porque una auténtica democracia debe basarse en dos factores que no se dan en la actualidad: la formación y la información. De la formación en los asuntos públicos sólo citaré las frases “Yo no me meto en política” y “todos los políticos son iguales”. De la información, sesgada por la escasez de medios realmente independientes, pagados muchos de ellos por los poderes fácticos que nos siguen gobernando desde antes de las primeras elecciones democráticas cuyo 40 aniversario ya hemos celebrado; el poder económico de las grandes familias de siempre, el poder judicial que no interesa que funcione, y la iglesia católica, que aún mantiene gran parte de su poder e influencia.

La culpa la tiene el PSOE.
Cuando a lo largo de la redacción del texto que inauguraría en España el régimen del 78, el PSOE manifestó su republicanismo, al que renunciaba en su exigencia constitucional en aras de la reconciliación nacional, incluso los más exigentes y radicalmente proclives al retorno de la legalidad republicana terminamos entendiendo que sí, que tal vez no era el momento de poner el acento en ese aspecto, habiendo, como había, muchos otros que atender y que requerían prioridad. Los años transcurridos ponen en evidencia que tal vez el PSOE, (y también el PCE) hubiera debido ser más beligerante con la imposición monárquica franquista y haber exigido, no la vuelta de la república defenestrada, pero al menos la exigencia del pronunciamiento popular al respecto. 

Mucho tiempo ha pasado (no diré mucho ha llovido por lo del cambio climático) desde entonces, y aunque parezca otra cosa, la calidad de nuestra “democracia” ha disminuido escandalosamente al no haber podido impedir, o al menos al no haber sabido corregir con ejemplaridad los numerosos casos de corrupción que han estado salpicando la vida del país y siguen haciéndolo. Hemos retrocedido en todo, incluso en el derecho al pataleo.

La transición española hacia la “democracia” se produjo, en teoría, por la cesión de las partes. Unos cedieron en la exigencia de un cambio radical en las estructuras de poder, políticas, sociales y económicas que tal vez hubieran evitado en gran parte los males que actualmente nos aquejan; a cambio recibieron una partitocracia en la que sentirse a gusto una vez alcanzado el poder político, alternando en él los grandes partidos, cuya financiación opaca no ha sido resuelta como tampoco los controles al abuso que impedirían la comisión de acciones corruptas.

Otros, sabedores de que las formas autoritarias y represivas propias del régimen de Franco no podrían sostenerse en el entorno europeo ni en la órbita liberal capitalista que nos corresponde, renunciaron a las formas dictatoriales y adoptaron las de una democracia de corte occidental, conservando, eso sí, los resortes de poder del Estado: la judicatura (salvo excepciones), la economía (salvo las excepciones de los grandes poderes globales) y los medios pagados de desinformación y deformación (que son una gran mayoría)

El partido clave en todo este tiempo ha sido el PSOE. Ya sabemos cómo respiran los partidos monárquicos, ultraconservadores e inmovilistas. A la vista de las manifestaciones de muchos de los antiguos líderes socialistas y muchos de los actuales también, uno ha llegado hasta a pensar que la nueva dirección que asumió el control del Partido en Suresnes hubiera podido estar formada por topos que el régimen consiguió infiltrar para ayudar a conseguir que la dictadura adquiriera el aspecto de una democracia plenamente integrada en el mundo occidental, como exigía el entorno capitalista en el que nos movemos.

Que España se modernizó no cabe duda, entre otras cosas, con el dinero de Europa, pero tras el fiasco que supusieron los catorce años de gobierno "socialista" que no consiguió (o renunció a conseguir) instaurar una auténtica democracia basada en la igualdad de oportunidades, en la transparencia de la gestión, en la preocupación por la formación del ciudadano para poder decidir con libertad y conocimiento, en el férreo control a los desmanes que incluso los propios partidos mayoritarios han protagonizado…

Ese fiasco, digo, se refleja en la situación actual de atocinamiento social y de manipulación formativa e informativa de los medios que llamamos paniaguados, en la bajada de los estándares de calidad de la educación pública, algo que nunca hizo el partido del puño y la rosa. Esto nos lleva a la conclusión de que sí, efectivamente, todo estaba atado y bien atado.

Y este partido clave en todo este proceso, ahora que la monarquía toca fondo en la persona de un rey que constituyó una esperanza y ahora es una decepción, ahora, digo, tiene en sus manos en este parlamento, volver a centrarse en lo que manifestó en su día durante la redacción del pacto constitucional. En sus manos está ¿o no está? permitir y fomentar la investigación de presuntos actos delictivos cometidos fuera del ámbito oficial de la corona, y promover la consulta al pueblo para que sea el pueblo “soberano” quien decida. 

No lo hace. ¿Por qué? ¿porque todo está atado y bien atado? ¿porque se está cómodo en la poltrona del partido político que se alterna en el poder? ¿porque algunos de sus dirigentes tienen algo que callar de cuando ejercieron el poder sin cortapisas? ¿porque sigue habiendo una estructura falsamente democrática dentro del partido? ¿porque está condicionado por el poder de siempre que emana de los herederos del antiguo régimen?¿porque… (ahí escriba cada uno lo que quiera)

Por lo que sea, El PSOE tiene la culpa de que el pueblo no hable. ¿Dónde está la militancia del PSOE? El sistema de organización y funcionamiento del partido impide que los ciudadanos y ciudadanas con carnet puedan protagonizar abiertamente su sentir, enmendando la plana a los controladores territoriales y nacionales, como han hecho en más de una ocasión. Tal vez sea este el momento de demostrar si la opinión de una gran parte del electorado que milita en el partido está conforme con la actitud de sus dirigentes. El asunto tiene tanta enjundia como para que constituya un revulsivo para las conciencias adormecidas; como para que la dirección del partido tenga la iniciativa de someter la cuestión a la voluntad de su militancia. No lo hará.

¿Terminará Felipe VI sus días como rey de España? En un artículo, el republicano catalán Joan Tardá, “El referèndum sobre la República Catalana conducirá a la III República”, nos presenta la similitud entre la proclamación de la República Catalana de Maciá y el advenimiento de la II República Española, con el movimiento independentista actual protagonizado por algunas fuerzas políticas con el apoyo de una gran parte de ciudadanos, como premonitorio de la III República. Yo, que no soy partidario de la desintegración, sino de todo lo contrario, pero que sí soy incondicional del derecho a decidir; que no voté la Constitución, entre otras cosas, porque no consagraba el derecho de autodeterminación, aunque fuera con ciertas garantías, estimo que no debería faltar mucho para que Felipe VI sea despedido de su cargo, de forma democrática, sin violencia, sin traumas, sin aspavientos, agradeciéndole los servicios prestados, con derecho a cobrar el subsidio de desempleo, y que la institución que deja vacante sea sustituida por una República Federal que aúne a todas las naciones de España, aglutinadas en torno a un supraestado que contemple las particularidades históricas de cada una, sin artificios autonómicos de café para todos, incluyendo incluso a la vecina Portugal, si ellos quieren, y dentro de una auténtica Unión Europea de los ciudadanos. 


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EN TORNO A LA AUTODETERMINACIÓN
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¿Cómo es posible que se hable tan poco de ello y haya personas que no se percaten? Dados los antecedentes de ayuntamientos en Extremadura en los que, por la premura por la que se debían constituir inexorablemente el 17 de junio, ha habido pacto PP- Vox, y la excepción de Valencia dentro de las comunidades autónomas, pues se trataba de aprovechar la ocasión, podéis poner sin miedo la mano en el fuego si afirmáis que si no mediaran las elecciones del 23J, la señora Guardiola habría otorgado sin dudar a los de ultraderecha las dos consejerías que exigen. La «derechita cobarde», como en el resto de autonomías, se está conteniendo para arañar el voto de los electores más moderados en las próximas elecciones generales. ¿Cómo si no, la dirección del partido a nivel regional no ha impedido que sus ediles pacten con negacionistas de la violencia de género al igual que su jefa a nivel autonómico?. ¿Dónde se queda la machaconería de Feijoo en pretender que gobierne la lista más votada?  La falsedad de la señora Guardiola queda muy manifiesta después de una campaña en la que parecía que iba sola, sin equipo, a las elecciones: «Probadme cuatro años». «Dadme vuestra confianza». «No os defraudaré», y así ha conseguido convencer a muchos electores que no reparan en que la señora Guardiola y su jefe Feijóo son unos mandados de los que controlan el país y los medios de comunicación que han cerrado el entendimiento de miles de españoles y españolas.
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¿Estamos locos?
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H ace algunos años, en uno de los pueblos más bonitos de España, situado en la Axarquía malagueña, un embaucador consiguió ilusionar a todo un pueblo y que el ayuntamiento aprobase la declaración del término municipal con el apelativo de “reserva biocultural”, un término inexistente en el ordenamiento urbanístico. Prometió crear algo parecido al paraíso sostenible. Quedó en un “bluf” de un iluminado que arrastró económicamente a varios crédulos. Recientemente, el ayuntamiento de Salamanca contrató con un buen sueldo a un conseguidor que pretendía endosar un proyecto de ciudad sostenible “Peace City World”. El ayuntamiento fue embaucado por otro iluminado vendiendo humo. En la Reserva de la Biosfera de la Siberia Extremeña, una empresa ha conseguido ilusionar a la Junta y a unos ayuntamientos con un proyecto de ciudad sostenible paradisíaca en permanente conjunción con la naturaleza de tal modo, que han llegado a adaptar la legislación vigente y a expropiar terrenos para que esta quimera se pueda desarrollar y contribuir de alguna forma a revertir la dramática sangría de la despoblación que amenaza nuestro mundo rural. No diremos que sea otra venta de humo, pero a algunos nos cuesta mucho meternos en la cabeza que un lugar tan afortunadamente dejado de la mano del hombre, y tan apetecible por otra parte para los grandes negocios especulativos (léase Valdecañas), pueda sufrir de la noche a la mañana una transformación beatífica que tenga nulo impacto negativo en el ambiente de la despoblada y pintoresca comarca. Sensibilizada como está la sociedad ante los continuos atentados a la naturaleza por parte de los especuladores sin escrúpulos, los promotores de Elysium City no podían presentar su proyecto como una simple operación urbanística de construcción y venta de viviendas con algunas zonas comunes y maquillando el negocio con visos de sostenibilidad. Hay que adornarlo todo con rimbombantes epítetos y parafernalias conservacionistas. ¿Llegará a ejecutarse la totalidad de los elementos que conforman el proyecto, o quedará en la construcción de viviendas y hoteles con algunas zonas comunes, agotándose después el capital para continuar invirtiendo y quedando como una promoción inmobiliaria más que a la postre nadie se atreverá a demoler por provocar mayor daño y porque, al fin y al cabo, lo que quedaría en nuevo Valdecañas sería una fuente de riqueza y puestos de trabajo para unos pueblos agonizantes?
Por José María Barbado López 03 ene, 2023
LOS SINDICATOS, “GUARDIANES” DE CALIDAD DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA  (TAMBIÉN LA JUNTA)
Por José María Barbado López 15 sept, 2022
Una ridícula participación en la manifestación por un tren digno. Antes se había roto el pacto. De la que iba a ser multitudinaria exigencia de trato digno para Extremadura se descolgaron entidades disconformes con que los partidos oportunistas se apuntarán al carro reivindicativo. Hoy están en la oposición y no quieren acordarse de los incumplimientos de su partido cuando estaba en el gobierno. Si hubiera sido el otro quien hubiera estado gobernando, el actual jefe del ejecutivo extremeño se hubiera rasgado las vestiduras y no hubiera asistido a la inauguración de la fallida pantomima sucedánea de la alta velocidad. Pero claro, son estómagos agradecidos que en vez de plantarse seriamente en defensa de los intereses de la comunidad, procuran dar vidilla a los de su misma cuerda, porque saben que les va en ello su permanencia en la poltrona. Otros partidos, que nunca han gobernado, tienen eterna mentalidad de oposición y en las actuales coyunturas se ve que no van a gobernar. A todo esto, la ciudadanía de a pie ni siente ni padece. O sí que siente y padece, pero, y esto es ya un verdadero y real tópico, nos quejamos de modo fatalista pero no hay quien nos mueva. Nos anuncian a bombo y platillo un Triple Five casinero que quedó en agua de borrajas. Nos prometen un Elysium siberiano que está por ver, una fábrica de baterías que está por ver, en sustitución de la que se fue a Sagunto, una azucarera que ya está visto que no. Y para ello las autoridades se bajan los pantalones y modifican la ley para adaptarse a la horma de los zapatos de quienes nos prometen el oro y el moro y después los (nos) dejan con el culo al aire porque nada de nada. Nos han metido con calzador una mina de litio y se han apresurado a legislar para que los beneficios queden en Extremadura y no solo los inconvenientes: ¿de veras? La legislación extremeña está siempre por debajo de los supremos intereses del estado, no lo olvidemos. Vaya: que se ríen de nosotros de manera explícita, casi casi. Y todo por unos dirigentes calzonazos y por una población sometida a la desidia más devastadora. Quien esto escribe es absolutamente contrario a los partidos nacionalistas, que rebañan solo para casa, y que, a mi juicio, que puede estar errado, lo que pretenden unas veces es arañar prebendas y otras administrarse sus propias miserias de modo insolidario con el resto de territorios, sobre todo los menos favorecidos, como Extremadura, asignándonos el sambenito de nada emprendedores, vagos y perseguidores de subvenciones. Pues bien, visto lo visto, que hemos sido y seguimos siendo el farolillo de cola del conjunto autonómico, ¿no podría ser positiva la existencia de un partido auténticamente extremeñista que pueda conseguir suficiente fuerza en las Cortes y en general en el concierto autonómico para poder llevarse el gato al agua cuando los grandes partidos estatales necesiten de escaños para aprobar sus planes, tal como lo vienen practicando otras formaciones bien conocidas del espectro político? Anticipo la respuesta: me estoy engañando. En Extremadura esto no es posible; incluso puede que en Extremadura no sea productivo.. Pero entonces, ¿Cómo podríamos hacer para que dejaran de reírse de nosotros?
Por José María Barbado López 04 may, 2022
Un indicador elocuente de la idiosincrasia de un país es el trato que se profesa a las personas nativas que de algún modo sobresalieron tanto dentro como en el exterior del territorio donde nacieron.
Por José María Barbado López 24 abr, 2022
LA GRAN PARADOJA Compadezco a los franceses votantes de Mélenchon en la primera vuelta al verse en la tesitura de tener que optar por el voto a Macron para evitar el acceso al poder de Le Pen, so pena de favorecer a esta última con su abstención. Pero pienso, por otra parte, que si yo me encontrase en Alemania ante una hipotética segunda vuelta entre la CDU de la señora Merkel y la ultraderechista AfD. lo tendría bien claro, a pesar de mis grandes diferencias con los planteamientos políticos y económicos de la unión cristiano demócrata alemana. Precisamente por eso, porque se trata de un partido demócrata contra otro que no lo es, y que recuerda los viejos tiempos de la victoria del partido nacionalsocialista en 1932. Algo parecido sucede en Francia. Se trata de que el poder sea ejercido por alguien tan “repelente” para el electorado de izquierdas como Emmanuel Macron, o dejar que el nacionalpopulismo antieuropeo y antidemocrático de Marine Le Pen nos encamine a una ruptura del sistema por el lado contrario al que pretendemos los ilusos trasnochados que seguimos denominándonos de “izquierdas”. Con todo el dolor de mi corazón y “tapándome las narices” posiblemente asumiría la úlcera que me provocaría votar a Macron. Dentro de lo malo malísimo, aún puedo considerar a Macron un demócrata.  En España es distinto. Si se me plantease la opción de una segunda vuelta a elegir entre el Partido Popular o Vox, mi duda me situaría en el lugar del asno de Buridán, sin saber el camino que escoger y quedándome en la encrucijada para siempre. Probablemente no votaría aún a riesgo de favorecer con mi abstención el acceso de Vox al poder, porque pienso que un partido que no le hace ascos a gobernar con Vox participa de su misma naturaleza, y en España, el partido Popular, condenado varias veces por corrupción como entidad política e inculpados muchos de sus miembros a título personal; partido que no condena, incluso permite que se exalten, las atrocidades cometidas por el anterior régimen, es el heredero del totalitarismo instaurado por Franco tras la sublevación de 1936. Lo grave y preocupante, al menos para mí, es que este partido, aún a sabiendas de su falta de claridad democrática y su honestidad pública, es votado por un gran porcentaje de españoles. Cada uno que saque las lecturas oportunas del dato. Por eso, ante el dilema de elegir entre un partido abiertamente antidemocrático o uno que lo es de forma subrepticia, tal vez la solución sería que de una vez por todas suframos en nuestras carnes los efectos de un gobierno de ultraderecha. A ver si escarmentamos y rectificamos a tiempo. Lo malo es que este hecho se nos puede ir de las manos, como sucedió en Alemania en 1932. Por tanto, aquí me quedo, como el asno de Buridán.
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