RESCATAR A ANTONIO OTERO SECO

Fotografía de F. Buendía (1936)
RESCATAR A ANTONIO OTERO SECO
Un indicador elocuente de la idiosincrasia de un país es el trato que se profesa a las personas nativas que de algún modo sobresalieron tanto dentro como en el exterior del territorio donde nacieron. En nuestra Extremadura, si cabe de modo más habitual que en el resto de España, es práctica común ignorar u olvidar a quienes destacaron en algún campo del conocimiento humano. Y más si se trata de los que tuvieron que abandonar su tierra perseguidos con saña por la dictadura franquista. Ese olvido al que sometemos a esas personas es una muestra evidente del modo de ser colectivo de nuestra comunidad.
Tuvo que ser una francesa, Françoise Peyrègne, en el año 2000, de los primeros en recordar a Antonio Otero Seco (Cabeza del Buey 1905 – Rennes, 1970), que de joven había comenzado a colaborar en los periódicos El Correo Extremeño, La Libertad y Nuevo Diario de Badajoz. Cursó sus estudios de Derecho en Sevilla y Filosofía y Letras en Madrid. Convertido en periodista, fue corresponsal de varios medios españoles. Precisamente para Mundo Gráfico redactó la última entrevista que Federico García Lorca concedió poco antes de regresar a Granada, donde encontraría la muerte, en Agosto de 1936.
Fue el primero que, en 1937, noveló la guerra civil con un relato sobre la defensa de Madrid: Gavroche en el parapeto, escrita con la colaboración del comandante de su batallón, Elías Palma.
Son de destacar sus obras de teatro y novelas, pero sobre todo su obra lírica y periodística. En poesía le debemos Viaje al Sur, Ausencia, Paréntesis sonriente, obras que se compendian en el recopilatorio Poemas de Ausencia y Lejanía publicados por la Editorial la Herida en 2021. De su obra periodística, la Editora Regional de Extremadura publicó una antología en 2008. Poca reseña para un periodista comprometido que fue más valorado en su país de acogida y en la ciudad de Rennes, en cuya universidad obtuvo plaza como profesor de español. A partir de su exilio, provocado por la presión insostenible que la persecución franquista ejerció sobre él debido a su compromiso firme y clandestino con la República.
Tras la guerra fue condenado “por auxilio a la rebelión” a pena de muerte conmutada por prisión y puesto en libertad en 1942. Detenido y torturado por segunda vez por sus actividades antifranquistas, sus amigos consiguieron sobornar a un carcelero y pudo huir a Francia en 1947. Primero en París y después en Rennes, su actividad como delegado del gobierno en el exilio y traductor de la ONU y la UNESCO le proporcionó contactos con grandes figuras de la intelectualidad europea y americana, así como escritores españoles en el exilio y en el interior, como Cela, Delibes y Ana Maria Matute, entre otros. Siguió escribiendo hasta su muerte para prestigiosas revistas y diarios de todo el mundo.
Nunca olvidó su tierra de origen, Extremadura. Durante la guerra firmó artículos con el seudónimo Antonio de la Serena, en recuerdo de la comarca de su nacencia. Emotivas son las grabaciones que de sus poemas hizo llegar a su familia desde Francia. En ellos se filtra la amargura del exilio y el recuerdo de su tierra como muy pocos supieron expresar:
EXILIO
Moriremos de asco como los alacranes
que se clavan la uña venenosa en el pecho
cuando el hombre los cerca con brasas y con humo
por diversión estúpida de final de semana.
………………………………………………….
Moriremos de ausencia, como mueren las madres
que un día nos despidieron clavadas en la tierra,
como árboles de acero, seguras de que nunca
podrán darnos un beso ni cerrarnos los ojos.
…………………………………………………
Mañana volveremos a estar sobre los mares,
en los ríos que peinan su cola de caballo,
en las madres que vuelven a mostrar nuevas sendas
y en la rosa y el nido y en la cuna y la escuela.
………………………………………………….
JACINTA
Se ha roto el velo negro
y ahora todo es luz
para sus ojos abiertos.
Yo no puedo cerrártelos
desde lejos:
pero siento
la seda de tus párpados
en el temblor de los dedos.
No quiero, Jacinta, hermana,
no quiero
saber que has muerto.
¡Qué solo, hermana, qué solo,
qué solo, amiga, me quedo!
Compartir
En el tintero




