Sierra de la segura X


LA SIERRA DE SEGURA X


Pasamos pues, fugazmente, por Santiago, y después de abandonar la carretera de Huéscar por un desvío a la derecha que termina en Don Domingo, dejando atrás los carriles que llevan a los Ruíces, Huerta del Manco, Las Quebradas y Las Nogueras, atravesamos La Matea y Los Teatinos, hasta llegar a El Cerezo, que se aparta un kilómetro de la carretera; allí acudimos al único bar donde habíamos quedado citados con la dueña. El bar de estos pequeños poblados agrícolas no turísticos es una institución necesaria y muy importante; no es sólo bar, sino también casa de comidas, camas, tienda, casino y sede social; pertrechado de una potente estufa de leña para sobrellevar las largas veladas del invierno. Aún conserva ese ambiente de pueblo que se hace agradable por añoranza de cuánto está casi perdido; pero no falta la ventana cuadrada de comunicación con el mundo que hoy preside y señorea todos los hogares españoles.


La casita forma parte de un conjunto de viviendas alineadas, algo apartadas del núcleo principal; a su derecha, otra casa de alquiler pertenece a los mismos dueños, un grupo de jóvenes que han resistido en su pueblo para buscarse la vida. En esta segunda casa pernoctan dos parejas de Úbeda, jugadores, entre otras cosas, de Trivial Pursuit nocturno, pues sus voces y risas nos llegaban a través de una puerta, la simple separación que hay entre las dos viviendas Por suerte nuestro salón estaba apartado y cerrando convenientemente la puerta pudimos disfrutar con tranquilidad del fuego de la chimenea, abriendo un resquicio en la ventana para evitar el revoque de humo. En el alto, el dormitorio principal estaba amueblado con piezas auténticas de estilo rústico. Se durmió bien.


La tarde anterior habíamos preguntado a nuestra anfitriona por el pino “Galapán”. Según consta en nuestras guías es el pino más alto y corpulento de la sierra; lo situábamos muy cerca de Don Domingo, pero no supimos dar con él el día anterior, seguramente porque tomamos el camino alternativo de la rambla de Los Cuartos. En efecto, al lado del camino principal, y cuando las esquilas de los carneros se oían en la quietud de la tarde y los pastores volvían a las majadas en sus todoterrenos, pudimos posar al pie del famoso pino del que medimos casi seis metros de circunferencia.


Y, sin madrugar mucho, tomamos el camino de salida de la sierra que de Santiago nos conduce a Huéscar, ya en Granada, por la carretera que rodea la majestuosa mole de La Sagra, pero ése es ya asunto de otro relato. Un amable cortejo de ciervos se encarga de brindarnos la despedida.

 


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